Presentamos aquí cuatro jóvenes talentos de Kazakhstan y Mongolia que representan la cara contemporánea de su tradición nómada.  Entre los habitantes sedentarios, en particular aquellos que habitaban las pobladas ciudades de Transoxania: Samarcanda, Bukhara, Khiva o Kohjand, las mujeres normalmente actuaban en espacios restringidos solo para mujeres. En contraste, en los vastos espacios de las culturas nómadas que atraviesan las estepas de Asia continental,  la tradición de compartir trabajos y espacios sociales, impuso el contacto entre hombres y mujeres, dando como resultado públicos mixtos en los eventos sociales.

La música de los nómadas se ha formado entre la íntima relación de los pastores con el mundo natural y las necesidades espirituales de las pequeñas comunidades móviles que vivían en las difíciles condiciones de las estepas de Asia. Las expresiones musicales de los nómadas de Asia Central reflejan estos diferentes aspectos de la vida nómada a través de sus representaciones miméticas de pájaros, animales y otros fenómenos naturales, así como en el papel central de la transmisión de la historia, de la genealogía y de las costumbres sociales a través de poesía oral. Y por último reflejan también sus cultos festivos, donde la fuerza y la agilidad son igual de importantes en la música que en la equitación o la lucha libre. De Mongolia, Byambajargal Gombodorj muestra su maestria para las canciones urtyn duu), una extraordinaria forma de prestidigitación acústica, basado en largas exposiciones de las sílabas. Las cantantes Cazacas Ulzhan Baibussynova y Ardak Issataeva ilustran la venerable tradición de las bardas– actuaciones a solo de la poesía oral que típicamente se acompañaban de instrumentos de cuerda tipo laúd. Ulzhan canta el estilo gutural de las bardas conocido como zhyrau. Los Zhyraus han sido tradicionalmente cantados por hombres y Ulzhan Baibussynova es una de las pocas mujeres Kazacas que se atreven a cantar públicamente el repertorio de Zhyraus de poemas épicos tanto cortos como largos. El repertorio de Ulzhan incluye los principales géneros de la poesía oral de Kazastán, que acompaña vigorosamente con el dombra (instrumento de dos cuerdas) Ardak Issataeva interpreta el arte lírico Cazaco: compuesto y representado en el Siglo XIX por trovadores itinerantes que eran invitados con honores en cualquier campamento nómada, las canciones líricas se convirtieron en un fenómeno interpretado mayoritariamente por mujeres. Los textos crípticos y el suave humor, el pathos y la ironía se transformaban en viñetas ilustrativas del retrato de la vida interior del poeta-intérprete. Por ultimo otra dimensión de las artes interpretativas del mundo nómada está representado por Raushan Orozbaeva, maestra en el arte de la interpretación del qyl qobyz, un violín de dos cuerdas arcaico, históricamente unido a las prácticas chamánicas. Desde el punto de vista del mundo nómada, el qyl qobyz tiene el poder de comunicarse con el mundo de los espíritus, donde habitan tanto los buenos como los espíritus malignos así como, con su sonido, tiene el poder de hacer cobrar vida al espíritu de animales. El efecto del poder elemental del qyl qobyz, y de sus compañeros en la instrumentación nómada –arpa quijada, flauta de caña, ocarinas o diversos laudes – pueden evidentemente “encantar” urbanitas sedentarios igual que a los habitantes nómadas de las estepas. El hecho de que estos instrumentos antiguos, junto con el incomparable poder de la naturaleza de la voz del canto nómada, continue emocionando al público contemporáneo, es una prueba de la fuerza conmovedora del legado musical.